Luego de una estrepitosa despedida y una ilusión rota para variar. hice un viaje con la esperanza en encontrar paz y distraer la vista que tanta falta me hace, para eso tuve la buenaventura de nacer en un lugar semejante al paraíso donde encuentras bellezas de paisajes por doquier, gente amable, entrañables amigas, viejos amores, uff toda una vida resumida entre estas calles desgastadas testigos de mas de una travesura, risueñas visitas y más. Volví pero no por mucho tiempo, extrañaré todo esto quizá pues dejo parte de mi vida , de mi corazón, de mis sueños en esta tierra… mi tierra!.
Aqui el tiempo transcurre por una lentitud inusual, hay mucho que ver, que recordar, que visitar, que contar y que escuchar.
El viaje fue difícil por la impaciente espera y el día caluroso pero todo se olvida al ver a través de la ventana del bus un precioso paisaje verde con sus diferentes tonalidades, las casas típicas, los ríos bravos y una imagen en la mente de la familia que hacia perfectas e reproducibles las emociones sentidas.
Por fin llegué luego de dos años de ausencia no pude más que hinchar el pecho de orgullo ante tanta belleza, tan diferente a Arequipa que también tiene lo suyo, pero Abancay es Abancay pues y más para unos ojos que añoraban con regresar.
Las calles se mantenían como las recordaba pero se nota el incremento de negocios con grandes letreros, ¡cómo se ha modernizado todo!
Al llegar a mi viejo barrio, a mi casa, a mi vieja habitación luego de abrazar a mi padre sentí que todo había valido la pena.