sábado, octubre 07, 2006

Un Quijote en nuestros días



Hace un par de meses tuve el placer de conocer a una de las personas más ilustradas al menos en el campo literario y social, pero desafortunadamente fue en sus días de otoño.
Refería tener 67 años aunque aparentaba más, tenía la piel pálida, estaba extremadamente delgado, su rostro perfilado, tenia los pómulos salientes, la quijada puntiaguda y la nariz aguileña, en sus ojos grandes aún se podían ver un brillo que asumo le recordaban los días pasados que ya no volverán. Vestía una chompa de lana crema que si bien estaba pulcramente limpia dejaba ver muchos jirones y zonas desgastadas por el tiempo, acompañado de un buzo plomo algo más pequeño que el que necesitaría para su talla. Así lo conocí un lunes por la mañana en una visita médica, al inicio me pareció ver en él un paciente más con recursos escasos que por una enfermedad termina en la sala de varones del Hospital Nacional Goyeneche, estábamos entonces con una amiga haciendo practicas voluntarias por lo tanto podíamos escoger el caso que se nos apeteciera, lo elegimos a él, pues tenía un cuadro de Neumonía extrahospitalaria con antecedentes de TBC y claro para completarla un diagnóstico presuntivo de Ca, datos más que seguros para atraer a cualquier estudiante de medicina. Al inicio fue una entrevista habitual, con un juego de preguntas sobre sus datos personales, al preguntarle a que se dedicó, con una media sonrisa nos dijo yo estudie en la Universidad Católica en lima, siguió la carrera de Filosofía, Antropología y literatura, nos mencionó además que sabia hablar italiano, ingles y que había perdido por causas del idioma y demás una beca a Francia, hasta ese momento nosotras no sabíamos si creerle o tener un dato más para decir que hay daño neurológico severo. Se veía tan habido de escuchas que decidimos acompañarlo, prosiguió contándonos sobre la coyuntura política que se vivía en ese entonces, el afán de socialismo que tenían los jóvenes a quienes no les importaba dar la vida si era necesario con el fin de buscar la utópica sociedad sin desigualdades. Luego nos hablo sobre literatura, historia y finalmente nos sorprendió al hablarnos de su enfermedad, tenía los datos exactos, conocía su fisiopatología, había tenido especial cuidado para averiguar acerca de todos tratamientos farmacológicos posibles. Era como hablar con un quijote en nuestros días, a su edad aun creía en las luchas sociales, y no le interesaba haber sido olvidado por la gente por la que lucho. Él era feliz leyendo sus libros y mirando a la sociedad desde afuera. Como dijo seria un " idealista perpetuo